Catastro para eliminar los obstáculos es el último trabajo realizado hasta el momento por Alejandro Quiroga, exposición que inicio el 8 de marzo de este año, en la Sala Gasco ubicada en la calle Santo Domingo en pleno centro de Santiago.
Partiendo en términos generales y a modo de descripción del espacio físico en donde se encuentra ubicada la exposición de Alejandro Quiroga, a simple vista entrega una agradable distribución espacial de cada obra, ya que “Sala Gasco” está dividida por un pasillo que marca el límite entre dos salones pintados de blanco y su espacio es bastante amplio, lo suficiente para generar una sensación confortable y de limpieza visual, bastante necesaria a mi parecer para cualquier persona que visite esta exposición, tenga conocimientos de pintura o no. Esto permite un acercamiento grato entre el espectador y la propuesta a exponer, además de facilitar la trayectoria de la mirada, el entendimiento, reflexión y concentración.
Personalmente y de nuevo hablando en términos generales y de espacio para un desarrollo adecuado de la observación, la luz entrando por los grandes ventanales de la sala, sumado al blanco de los espacios, crea una iluminación suficiente y una limpieza que permite, por decir de alguna manera, “serenidad” y una capacidad de introspección, que es agradecida.
Ahora, enfocándose netamente en la propuesta entregada por el artista, el número de obras en la exposición está en justa proporción al espacio, sin ser ninguna de ellas ubicada ahí gratuitamente. Por otro lado, la estética es sin duda de mi agrado, ya que la sutileza y técnica del autor entrega una “amabilidad visual”, una suavidad en los colores y una elección precisa para no sobre cargar el cuadro, elección que en mi opinión, no deja impertérrito a ningún espectador, logrando inmediatamente la atención de cualquier transeúnte, creando una conexión amena y un acercamiento, a personas que no tengan necesariamente conocimientos hábiles en el ámbito de la pintura, o también, que recién estén iniciando su camino en el mundo del arte, incluyéndome en las dos situaciones recién mencionadas.
De forma más particular, el trabajo de Alejandro Quiroga muestra un trabajo desarrollado a través de la pintura, tomando referentes fotográficos desde la urbe y cubiertos con pinceladas de naturalezas logrando un equilibrio justo entre estos dos ambientes, además, gracias a esto se generan opacidades que juegan y forman parte fundamental en la sutileza de la que hablé anteriormente, y una disposición de los objetos y figuras en la pintura que están bastante equitativas, por otro lado, la distribución de los espacios vacíos, llenos y distintos valores en la imagen que insertan de una u otra forma al espectador dentro de la pintura.
El juego de imágenes que se presentan, logran enfocar o desviar la atención, y de alguna manera las figuras puestas en la tela están estratégicamente ubicadas para lograr una determinada sensación, sumando a eso la intencionalidad de brillos y pinceladas fluidas que crean efectos visuales, como por ejemplo, la sensación de movimiento y en algunos casos de desenfoque o en su contra parte, un nivel superior de nitidez y realismo.
Ahora, de modo absolutamente subjetivo y personal (más aún), la exposición realizada por Alejandro Quiroga logra en mí a través de un modo netamente empírico, un puente de sensaciones y sentimientos, que llegan con las imágenes semejantes a paisajes vistos en un viaje cualquiera (imágenes casi genéricas, ya que en cada una de las imágenes, un individuo puede otorgar el mismo u otro significado o bien, rememorar una situación similar a la que otra persona podría tener; una especie de significado y significante, cabe mencionar…), ligados directamente a la experiencia con mi lugar de origen, y la situación que se generaba durante el traslado de extrañar para luego llegar a un entorno familiar. Creo que ese tipo de experiencia es capaz de lograr el autor con la delicadeza y elección precisa de cada color y objeto puesto en la tela.
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